

Cuando estaban a solo unos kilómetros del lugar, pudieron constatar que los conflictos entre los reinos habían llegado más allá de los límites planteados por los cortesanos. Efectivamente, allí estaba el monasterio que el monarca quería hallar, o, mejor dicho, lo que quedaba de él. Debía haber sido destruido hacía mucho, porque los robles ya se habían apoderado de las ruinas.
Nota: Este relato corresponde al domingo 26.
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