El segundo artículo invitado ha sido escrito por Bella, administradora del blog Soñadores de Libros, quien nos cuenta su experiencia con la saga. ¿Cómo conocieron ustedes a Harry Potter?
Por Bella
Por Bella
Todos alguna vez hemos oído hablar de Harry Potter,
independientemente de si hemos leído los libros o no. Y de entre todas
esas personas muchos lectores se han sentido especiales leyendo las
aventuras del joven mago, como si ellos y solo ellos hubieran podido
empatizar con la historia, haciéndola algo personal y único. Con Harry
Potter han empezado grandes historias: chicos y chicas que se iniciaron
en la lectura gracias a sus libros, amigos que se conocieron por la
saga, proyectos que empezaron porque las novelas cayeron en sus
manos...y hoy yo cuento mi propia historia. Una historia también
especial y única, como tantas otras.
Podemos
decir de forma poética que la "carta de Hogwarts" me llegó en el momento
preciso, con once años. El libro acababa de publicarse en España y mis
padres me lo habían regalado. Yo ya había acabado con todos los libros
de mi pequeña biblioteca y andaba buscando algo interesante para leer
hasta que mi búsqueda concluyó cuando el cartero (¡qué propicio!) llamó a
casa para entregarme el paquete que contenía Harry Potter y la piedra filosofal.
No
creáis que sentí nada especial. No se encendió ninguna lucecita cuando
abrí el libro por primera vez ni había una carta con letras en color
esmeralda en su interior. Ningún fan podía saber que se estaba
encontrando con las puertas a un mundo que más tarde se convertiría en
algo especial para él, así que no pasó absolutamente nada, a parte de
la curiosidad lectora que crecía dentro de mí e imploraba que lo leyera
de una vez.
Y así lo hice. Comencé a devorar el libro con
avidez y a perderme entre sus páginas. Recuerdo que me gustó tanto que
no paré de hablar de él durante días, lo que hizo que mi padre lo leyera
también y pudiera tener un nuevo compañero para mis debates mágicos.
De
modo que, año tras año, esperaba con ilusión la llegada del siguiente
libro. Así fui creciendo mientras Harry lo hacía, cumpliendo años con él
con la llegada de cada libro y me sentí especial y única por eso.
Lo
que más me gustaba, aunque a algunos les sacara de quicio, era esperar.
Me divertía hacer mis propias conjeturas mientras los siguientes libros
aún no estaban publicados. Y me divertía aún más comprobar que no daba
ni una y que jamás acertaba con las teorías que formaba en mi cabeza.
Rowling en ese aspecto siempre lograba sorprenderme.
Y llegó
el segundo libro, el tercero, el cuarto... y me fui dando cuenta de lo
mucho que me había metido en la historia, de lo mucho que me estaba
haciendo vivir y de lo especial que era todo aquello para mí. Supongo
que hasta que no se vive algo como esto, no se puede entender. Muchos
pensarán que vaya tontería y que cómo se puede pensar así de un simple
libro. Pero, amigos míos, otros sí lo entenderán, porque habrán sentido
exactamente lo mismo. La magia.
Luego llegaron
las películas, que hicieron que pudiera ver en directo lo que mi mente
había construido gracias a la imaginación. Me divertía ver como los
personajes y los lugares mágicos "cobraban vida". Así que también fui
siguiendo cada una de las películas y alegrándome porque gracias a ellas
también pude sentirme como una alumna más, ¡porque habían sacado
artículos de merchandising! Con once años, me había inventado una
especie de uniforme de Hogwarts o una pancarta de Gryffindor
improvisada. Cuando llegaron las películas y lo hicieron realidad con
sus artículos de merchandising, pude hacerlo más real yo también.
Los
años pasaron y la saga de libros fue terminando. Me aterraba pensar que
ya no haría reservas de dos meses de antelación para conseguir mi
ejemplar. Que ya no haría conjeturas sobre qué pasaría en la novela o
quién moriría. Que ya no habría nada nuevo por descubrir... y echaría de
menos esa parte. Porque aunque sabía que los libros podría releerlos y
revivirlos cuando yo quisiera, había cosas que jamás volverían.
Tuve
la suerte de vivir Harry Potter cuando los libros aún estaban
publicándose, cuando podías hacer conjeturas y morderte las uñas por la
publicación del siguiente. Tuve la suerte de conocerlo cuando salió por
primera vez a la venta y seguirlo en cada uno de sus pasos. De ver las
librerías con las cartelas gigantes. De esperar a que se revelaran las
portadas. De charlar largas horas con los amigos sobre lo que pasaría o
no. Estuve en el meollo desde el principio y me siento afortunada.
Y
aunque las futuras generaciones ya tengan todos los libros, las
películas o el merchandising en bandeja... aún pueden sentir esa magia.
Porque no acaba.
Siempre me sentiré única y
especial pensando que recorrí muchos años de mi vida con Harry Potter,
creciendo con él a la vez que lo hacían miles de niños de todo el mundo.
Que abrí las páginas del libro a la vez que cientos de lectores más.
Que sentí la magia en todo su esplendor y que lo viví como nunca.
Que gracias a él descubrí con intensidad lo que un libro te hace sentir. Y esas son cosas que nunca se olvidan.