Hoy ha llegado molesto del trabajo. Lo puedo percibir: ha estado todo el camino pensando cómo acabar conmigo. Se sienta, como cada noche, frente al computador. Abre el archivo de mi vida y empieza a escribir cosas sin sentido para despistarme. Pero no me puede engañar; sé que hoy voy a morir. Ellos, los escritores, son capaces de conocer lo que pensamos y sentimos, pero nosotras, las creaciones, podemos percibir qué rumbo tomará la historia.
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100 días de relatos